En una primera instancia, pensé que el lugar que quería retratar cada día debía estar alrededor de mi centro laboral, ya que suelo pasar más tiempo en el trabajo que en casa o la facultad, y durante los años he observado aquello que ha cambiado, que sigue cambiando, a simple vista, y también lo que parece seguir igual conforme pasa el tiempo, pero si se mira con mayor detenimiento, se percibe el paso de éste.
Así que comencé fotografiando zonas en exterior, que rodean el edificio y por donde siempre camino cada mañana y cada tarde:
La idea era elegir uno de los dos lugares que más frecuentaba, pero al cabo de una semana me fueron cada vez menos interesantes de fotografiar. Estaba pensando en hacer planos más cerrados y enfocarme en un detalle en particular dentro de esas dos zonas, pero en ese momento, mi jefe ordenó a todo el sector trabajar desde casa, porque tres de nuestros compañeros se enfermaron de Covid, por lo que durante una semana estuve trabajando desde casa y no pude hacer más pruebas.
Cuando volvió la presencialidad, me comencé a interesar por otros lugares alrededor, que de alguna manera representaban mi espera. Sin embargo, fue muy complicado colocar el trípode cada día en la misma ubicación y angular la cámara con la gente transitando, ya que estas porciones de espacio son aledañas a una parada contigua a la Av. General Paz.
Es así como decidí elegir un sector de mi departamento que pueda decir mucho de mí, de mi estilo de vida y del trajín diario. Pensé que el mejor lugar que lo transmite es un perchero empotrado a la pared justo destrás de la puerta, donde cuelgo las llaves (mías y de mi hermano, con el que vivo), y dejo también las camperas o el paraguas.
Elegí poner el foco en las llaves, ya que su presencia o ausencia representan movimiento, un traslado, un recorrido comenzado o terminado, un viaje, lo que me interesa expresar.
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